La celebración pagano religiosa de las Festividades de los Muertos es ocasión propicia para compartir algunas reflexiones: ¿Por qué el mundo está inmerso globalmente en un imparable baño de sangre por diversos motivos, sobre todo, políticos, económicos, culturales y religiosos?
Sin ser simplista, la respuesta es muy simple y sencilla, porque es un gran negocio para los imperios globales, capitalistas y socialistas y/o comunistas en Europa, Asia o América del Norte. No importa el signo ni los colores ni las siglas ideológicas. Los negocios son negocios.
Hijos putativos de los padres de la mentira, a lo largo de la historia, el capitalismo, socialismo y/o comunismo, han convertido la explotación y esclavitud de millones de seres humanos en el mundo, pero sobre todo de la muerte de muchos millones de éstos, el mayor negocio genocida.
El hambre y desnutrición y las enfermedades consecuencia obligada de éstas en millones de seres humanos es, asimismo, otra arista del gran negocio de la muerte para ambos sistemas político, económico, ideológicos, sin el cual no existirían los organismos internacionales.
Business are business. Ésta es la razón de la existencia de órganos supranacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El resurgimiento del capitalismo salvaje en la globalización confirmó que el principal negocio del imperialismo yanqui es la cultura de la muerte y la economía de guerra, a través de la industria armamentística, con su secuela de baños de sangre y cada vez más brutal violencia.
Pero de manera más que hipócrita, irónica y contradictoria, la globalización capitalista también confirmó que la cultura de la muerte y la economía de guerra, a través de la industria armamentística, es asimismo el mayor negocio del imperialismo socialista y/o comunista.
A los ingenuos que lo ignoran, a los escépticos que lo ponen en duda, a los familiares, amigos, compadres y cómplices que se benefician del negocio de la muerte, recordamos que Rusia, China y Corea del Norte, Estados Unidos, Israel y Alemania, son los mayores fabricantes de armas en el mundo.
A la luz de estos hechos documentados históricamente y a la vista de todos aquellos que los quieran ver, cuál es la diferencia y rivalidad entre los imperios capitalista y comunista, si comparten la explotación, esclavitud y muerte de millones de seres humanos en el mundo.
Y dónde están esos millones de fusiles de asalto de fuego rápido, especialmente los AK-47 Kaláshnikov, calibre 7,62 mm, inundan los conflictos en los cinco continentes. Inicialmente de origen soviético, hoy también son producidos por China y Corea del Norte, además de Rusia.
Al final de cuentas la economía de guerra y la industria armamentística capitalista y comunista son la misma mierda con la que ahogan al mundo global en sangre, muerte y violencia.
Para no ir tan lejos, el tráfico de armas, realizado especialmente por Estados Unidos, y el narcotráfico, solapado por el propio gobierno norteamericano, en una especie de trueque tropicalizado a la mexicana, ha hundido a América Latina en un imparable baño de sangre.
En México, el presidente Felipe Calderón Hinojosa promovió este baño de sangre con la estúpida guerra contra el narcotráfico desde la derecha capitalista impulsada por el gobierno del Partido Acción Nacional (PAN), exclusivamente desde la vía armada, sin un enfoque integral.
No se ha revelado del todo, salvo por la videodenuncia de la Tuta, que el objetivo real de la estúpida guerra contra el narcotráfico era monopolizar por parte de la familia presidencial el narcotráfico aniquilando a todos los cárteles, como lo hizo Ernesto Zedillo con sus familiares desde Colima, lo que llevó a la cárcel y en algunos casos a la muerte a varios Generales.
De manera más que equivocada, pero por consigna del imperio norteamericano el gobierno priista de Enrique Peña Nieto continúa la guerra contra el narcotráfico exponiendo innecesariamente a la violación de los derechos humanos a las Fuerzas Armadas nacionales.
Sin hacer apología del delito para no escandalizar a las hipócritas buenas conciencias que se dan baños de pureza en el agua del sanitario, es más que indispensable, realmente vital, cuestión de vida o muerte, entender que el problema de fondo en México no es el narcotráfico per se.
Con todo y ser un asunto de seguridad nacional de prioridad tripe “A”, el verdadero problema de fondo en México es la narcopolítica y la narcoeconomía, que no se rige por el Código de Honor de los cárteles del narcotráfico, sino por la traición a los capos como principal estrategia.
México se jodió en materia de narcotráfico cuando a nivel nacional El Jefe de Jefes, Rafael Caro Quintero, aceptó negociar y hacerse cómplice de los políticos en el gobierno de Miguel de la Madrid, a través del director de la Federal de Seguridad, José Antonio Zorrilla Pérez.
Y Oaxaca, a su vez, se jodió cuando el gobernador Ulises Ruiz Ortiz, a través de su entonces topoderoso secretario general de Gobierno, Jorge Eduardo Franco Vargas, vendió la plaza de Oaxaca a uno de los más importantes cárteles que dominaban gran parte del país.
Que las hipócritas buenas conciencias no se rasguen las vestiduras ni pongan el grito en el Cielo esta aseveración está sustentada en Averiguaciones Previas iniciadas en la Procuraduría General de la República y en los reportes de inteligencia de la VIII Región y 28ª. Zona Militar.
Lo peor de todo es que la izquierda ultrarradical, a través de sus organizaciones sociales y grupos armados ha convertido a los ‘idiotas útiles’ y ‘compañeros de viaje’ muertos, a los que muchas veces ellos mismos matan como en el enfrentamiento de Nochixtlán, en mártires.
Los muertos por hambre y desnutrición, por la estúpida guerra contra el narcotráfico o por la ‘causa revolucionaria’, convertidos en mártires enarbolados como bandera de represión contra el Estado, como los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos. Seguirán siendo un gran negocio capitalista, socialista y/o comunista. ¿Qué más da? ¿A quién importa que mueran los jodidos?
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