La llamada derecha mexicana se halla en combate encarnizado contra López Obrador que simboliza a la izquierda. El actual gobierno busca instaurar un nuevo régimen, pasar de la alternancia a la transición democrática, a diferencia de las alternancias panistas anteriores, que sólo se quedaron cómodamente en esa fase, Fox-Calderón.

Un nuevo régimen implica desbaratar el entramado del poder del Estado mexicano anterior. Ni más ni menos. Desde la supresión del sindicalismo charro, con sus caciques aliados al viejo status quo, hasta el autoritarismo y corrupción de jueces y magistrados, quienes siguen, por ejemplo, liberando delincuentes y narcos. Es grandísimo el reto de la transición.

López Obrador ha retomado la presidencia fuerte de antaño, concentrando el poder, es quien decide, anuncia, rectifica las decisiones de sus colaboradores, nada se mueve sin él. Incluso, tiene otros datos, diferentes a los datos duros de sus secretarías.

Los enemigos de obrador

¿Quiénes son los enemigos jurados de López? Pues aquellos que sienten el látigo de la derrota pol´tica. Pero si eso no es poco, la pérdida del acceso fácil a los grandes recursos nacionales en la anterior economía presidencial y capitalismo de compadres, sí que es demasiado. Por supuesto que no dejarán de pelear por sus arbitrarios privilegios, tienen recursos casi ilimitados para ello.

Los enemigos acérrimos que no descansan son los beneficiarios de las reformas estructurales mañosas, aprobadas con la complicidad de los “opositores” PAN y PRD, para regalar millones de dólares a los amigos y socios. La compra de PEMEX de esa fábrica inservible de fertilizantes a precios desproporcionados, es gran ejemplo.

Otros enemigos jurados de López son los grandes medios de comunicación que el poder anterior proveía de recursos fáciles, así como conspicuos comunicadores. De ambos ya han salido informaciones demoledoras, pero sigue avituallados para disminuir al gobierno. Son la punta de lanza para el golpe de Estado blando, que autores sostiene está echado a andar en México.

Los medios son el bastión para propiciar la caída del régimen que despojó a una espuria casta privilegiada de sus canonjías. El Canal 6 de Julio dejó ver en un reportaje que tal proceso se da en el país. Lo que fue retomado y sustentado por Arturo Sánchez Jiménez en La Jornada:

“Mediante la difusión de campañas y mensajes en los medios de comunicación y las redes sociales, la organización de grupos opositores y la promoción de movilizaciones de protesta, la provocación a la autoridad, la propagación de noticias falsas y rumores, entre otras maniobras, se pretendería deslegitimar primero y derrocar después al gobierno de la 4T en una acción similar a lo que ha sucedido en la última década en otros países latinoamericanos, como Honduras, Argentina o Brasil”.

Como si México fuera una dictadura

Muestran a López como si fuere Nicolás Maduro, como si fuera otro dictador tropical. La teoría gringa del golpe de Estado blando, de Gene Sharp, basa esa labor de zapa en la clandestinidad, cuando en México, por las libertades existentes, los ataques se hacen de manera abierta. Un ejemplo cercano es la falsedad que hicieron circular de la reunión de López con un hermano del Chapo Guzmán, narco protegido por el gobierno de Felipe Calderón, por lo que su “gerente”, García Luna, está preso en EU. Incluso, el mismo Calderón difundió el infundio.

El maestro de la UNAM, Gerardo Nieto, en un trabajo a publicarse en breve en la revista En Marcha, sostiene al respecto que ese golpe de Estado blando avanza en México: “Lo que vemos —dice—, es el uso que las derechas mexi¬canas hacen del listado de acciones descritas por Gene Sharp para tirar a dictadores, aunque AMLO no lo sea. Para la ultra-derecha lo es y está en todo su apogeo la explotación minu¬ciosa de ese manual”.

Manual que propone la desestabilización de los gobiernos enemigos: articulación de protestas sociales y multiplicación de ac¬ciones de los grupos de presión; celebración de tantos mí¬tines de protesta como sean posibles y de foros de reflexión con participantes críticos al gobierno; fomento de conflictos estudiantiles, entre otros.

La inicial suerte de López Obrador, que no la bajaba del 60 por ciento de popularidad, ha cambiado. Tanto por el contexto económico internacional, recesión, caída del precio del petróleo, como por sus propias pifias y desplantes. Nieto sostiene que nadie puede asegurar que ese golpe de Estado blando triunfe, pero tampoco que fracase. Estamos en esa definición.

Sería un desperdicio histórico la caída de un gobierno que cambia la dirección de algunas políticas públicas, que combate a la abrumadora corrupción, que atiende a los más desfavorecidos, recursos directos para ellos, hospitales, obras directas, aumento de salarios, lo poco que le dejan hacer acotado como está.

www.revistaenmarcha.com.mx, lc.blas@gmail.com y @blaslc