Ayer, el subsecretario de salud federal Hugo Lopez-Gatell, dio a conocer las más recientes cifras de la pandemia de Covid-19 en nuestro país; 5 mil 014 personas con contagio confirmado, con un saldo de 332 personas que han perdido la vida.
A nivel Oaxaca, los resultados debemos aun considerarlos como moderados, al contabilizar 44 casos confirmados con 4 defunciones; sin embargo, este número ya se incrementó, al darse a conocer el deceso de una persona más en el istmo, quien era hermano del líder moral de la denominada COCEI, Leopoldo de Gyves.
Pues bien, el escenario no es nada halagador, ya que las autoridades sanitarias esperan que en una o 2 semanas, estos casos se multipliquen, derivado de muchos contagiados quienes están en una especie de incubación de síntomas; agregando a ello la desatención de varios sectores poblacionales, quienes han pasado por alto el llamado de #QuedateEnCasa, a sabiendas de los riesgos, y la letalidad que está mostrando el coronavirus en grupos humanos con algún tipo de deficiencia en su organismo.
A este grave cuadro, se agrega el reciente desencuentro del Gobierno del Estado con los trabajadores del sector salud, quienes amenazan con alguna movilización, al no estar de acuerdo con un trascendido generado desde el gobierno estatal sobre un presunto robo de equipo médico recién entregado al Hospital Civil “Aurelio Valdivieso”, lo cual es negado por dirigentes sindicales y directivos de dicho nosocomio.
En este contexto, las cosas no pintan bien para los oaxaqueños, igual que para el país, ya que por la pandemia, la actividad laboral y comercial se ha contraído al mínimo, lo que ya está causando estragos en varios sentidos, es decir, se ve venir el daño colateral de un asunto que era meramente sanitario; el ambiente social empieza a encresparse, hay poco dinero en las familias, y los productos básicos empiezan a encarecerse, asimismo el cierre de tiendas generará poco a poco una mayor escases de bienes.
La desobediencia social a indicaciones de las autoridades es más notoria, los mercados establecidos y los que semanalmente se instalan en colonias o municipios conurbados, se están reactivando, generando un foco donde se puede activar el coronavirus. Algunos centros recreativos, también abren sus puertas a escondidas de las autoridades; las reuniones familiares, siguen siendo denunciadas por vecinos que no están de acuerdo.
En ese sentido, se podrán esperar acciones más radicales por algunos grupos sociales, quienes por necesidad o por oportunismo, aprovecharan el caos que generara esta crisis, muestra de ello ya se ha dado en otros estados, como el caso de saqueos de tiendas comerciales (centro del país), donde a convocatoria por redes sociales, grupos de personas han vandalizado y robado productos que no son precisamente de primera necesidad; hace unos días en la costa, un grupo de personas tomo por asalto un camión de carga con productos básicos que tenían como destino una conocida tienda comercial.
Asimismo, no se descarta que ante alguna distracción de las autoridades, empiece a crecer el número de robos en sus diferentes modalidades. También, se registren agresiones a ciudadanos, ante la baja de personas en las calles, por el aislamiento que se impone por la enfermedad.
En el norte del país, se han dado casos, donde la Delincuencia Organizada también aprovecha la coyuntura generándose una base social con la entrega de despensas a sectores sociales débiles, donde no les será difícil, reclutar a jóvenes necesitados de recursos para pasar la pandemia.
En fin, el escenario no es tan grato como lo ve desde arriba nuestro Presidente de la Republica, Andrés Manuel López Obrador, quien en algunas ocasiones ve el fin de la pandemia en un corto plazo; a pesar que sus científicos y gente profesional, han externado que esta crisis se podrá extender hasta octubre, todo depende de que tan bien, o tan mal se comporten los mexicanos. El volado está en el aire, y todo depende del gobierno federal y estatal, para que el tren no se les descarrile, a pesar de que la pandemia concluya y deje su triste saldo.