En los últimos meses, la capital oaxaqueña ha sido golpeada por bloqueos en calles y cruceros. Carreteras y caminos de todo el estado, por igual. Dicho método se ha institucionalizado. Cual más, cual menos, recurre al mismo, sobre todo, normalistas, maestros de la Sección 22 y sindicalizados de otras instituciones y organizcuones sociales. Uno de sus principales motores es el dinero, la dádiva, más canonjías y privilegios.
Lo que sorprende es la forma tan burda en la que, como sociedad, hemos asumido este tipo de presión y chantaje. La amenaza es permanente y con toda la mala fe. Se ahorca la capital sin paso de norte al sur, o se toman como rehenes sitios neurálgicos en las regiones. Hacer más daño se ha vuelto consigna. Poner de rodillas al ciudadano, al pasajero, empleado, operador de taxis, autobuses. Igual a madres de familia que van al trabajo, lo mismo discapacitados, niños o personas de la tercera edad que van a cita médica.
¡Vamos a bloquear, es la consigna de dirigentes de organizaciones sociales, comuneros, transportistas, colonos, demandantes de obras, de escuelas, de maestros! Y el ciudadano secuestrado, inerme, frustrado. Acorralado en cruceros, puentes, o en sus vehículos si va por carretera. Era exactamente lo mismo que hacían algunos que ahora son gobierno. Pero que hoy están del otro lado de la mesa. Y ante esta afrenta a la ciudadanía repiten como loros: ¡diálogo y más diálogo! 
¿Se aparece la policía así sea como mecanismo de disuasión? No. O con unos sí y con otros no. Parte de la crispación social hay que atribuirla a funcionarios ineptos. Buenos para la milonga o para hacer bola; para decir que aquí todo está bien; que la paz social está garantizada, pero ante la realidad del chantaje de grupos y gremios; frente a la violencia y la inseguridad, les tiemblan las corvas.
El bloqueo es el corolario del chantaje, la industria más rentable en Oaxaca. Que paradójicamente significa un freno a la economía, a la civilidad, a la gobernabilidad. El mismo gobierno ha permitido que crezca; que se convierta en lo que es hoy: una institución abominable de la que, al menos los oaxaqueños, estamos hartos.
Mucho se cacacarea el gran proyecto del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, pero hay que ver cuántas veces en una semana, el famoso puente de fierro está bloqueado. Desde hace 4 meses, en la súper carretera al Istmo está suspendida la circulación luego del derrumbe en el túnel llamado “El Tornillo”. La única vía es la carretera 190, que ya ha sido bloqueada por vecinos de la zona de San Carlos Yautepec.
Es una afrenta a la inteligencia de los oaxaqueños que se nos diga que los bloqueos han descendido y que, la política del diálogo ha llevado la paz a la ciudadanía. Es una tomada de pelo. (JPA) |
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