2).- Y viene la resaca

En agosto, septiembre y octubre el turismo va a la baja. Salvo los viajecitos por aquí y por allá del turismo oficial, nada qué festinar. Quienes viven de la industria sin chimeneas a bogar contra corriente. La competencia entre los establecimientos de hospedaje con la plataforma Airbnb, con certeza se agudizará.

Un viraje en “el exclusivismo” gastronómico. Ahora sí, lo que caiga es bueno. Extranjero o chilango de medio pelo a mezclarse con el yoperío para disfrutar de la cocina ancestral y “de autor”. Hay que sacar para la renta y para la nómina. Tiempos de vacas flacas. Y si no hay para mezcal “El Silencio” o “Real Matlátl”, entre otros muchos, de precios por las nubes, aunque sea “hincha-patas” de tiendita de pueblo.

En Puerto Escondido, luego del boom de marzo para acá, a adaptarse al turismo de morral. Ajustar precios para no hacerle la bolsa a Oxxo. Y no se sorprendan de la gentrificación en la capital oaxaqueña, en breve estarán peor.

Desde luego que faltan otros rubros, sin embargo, esta breve introducción es para llamar la atención de autoridades y organismos ligados a los servicios al turismo. Frente a otros destinos con menos atractivos y valor cultural, natural e histórico que Oaxaca, estamos pelas.

Hemos construido muchos mitos, espejismos, distractores. Ni todo es folklore, ni todo es calenda, convite, mole, chocolate, mezcal, tlayuda, quesillo, tejate, Guelaguetza, “Lunes del Cerro”, “Bani Stui Gulal” o “Donají, la leyenda”. Ya nadie habla de la ruta a “La Ciudad de los Muertos” –Oaxaca-Tlacolula-Mitla-; o la “Ruta Dominica” –Teposcolula-Coixtlahuaca-Yanhuitlán-. Menos de nuestros pueblos mágicos.

¿Y de nuestros balnearios naturales en el Istmo, la Mixteca o Tuxtepec? Y, ¿qué ocurrió con los paradores que costaron millones en el gobierno de Ulises Ruiz? ¿O con el relanzamiento de Huatulco, postergado desde hace dos décadas?