Oaxaca, Oax.- La contaminación provocada por el humo de los hornos de las ladrilleras ubicadas en los Valles Centrales, es un problema que nadie, mucho menos las autoridades federales, estatales y municipales, han podido solucionar.
Desde hace muchos años, sólo se han anunciado buenas intenciones. Apoyos para la modernización de los hornos, aplicación de la ley, prohibición de la quema de llantas, clausura de estas empresas.
En fin, una serie de promesas, pero nadie ha sido capaz de impulsar programas efectivos que, al tiempo de resolver la fuerte emisión de humos a la atmósfera, impulsen estas necesarias fuentes de empleo.
El refrán popular que dice: “tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata”, se aplica en este caso, porque los ladrilleros no cesan con la quema de combustible contaminante y las autoridades hacen que no ven y oídos sordos ante este grave problema.
En Oaxaca, es incipiente la reglamentación de la contaminación ambiental por la operación de ladrilleras al no haber una obligatoriedad para acatar la norma.
De acuerdo con el Instituto Estatal de Ecología de Oaxaca (IEEO), la operación de los más de 380 hornos de fabricación de ladrillo rojo, se realiza sin planeación ni control.
Esto conlleva a un deterioro del medio ambiente y afecta negativamente a varios de sus componentes por el tipo de combustibles, ante la falta de filtros. “Se carece de sistema de control de emisiones”, señaló.
Un horno por cada mil vehículos
Identifica a los automóviles, camiones, hornos de cerámica y ladrilleras, como los puntos de contaminación.
Las ladrilleras aportan 3% de contaminación, mientras que los automotores propician 97%.
Detalló que cerca de 380 mil unidades circulan en la entidad, de los cuales, 280 mil lo hacen tan sólo en los Valles Centrales y 150 mil en la Ciudad.
Es decir –afirmó- actualmente en la entidad tenemos un horno de ladrillo rojo por cada mil vehículos que contaminan en la entidad.
Apuntó que de acuerdo al artículo 88 de la Ley de Equilibrio Ecológico del Estado de Oaxaca, se establece que los ayuntamientos tienen la obligación de vigilar y controlar las emisiones contaminantes.
Citó que los municipios son un orden de gobierno autónomo que de conformidad con el artículo 115 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos con facultad para autorizar cambios de uso de suelo y planeación de desarrollo urbano.
Lamentó que a nivel nacional no se cuente con instrumentos normativos específicos para regular las emisiones de los hornos ladrilleros o de cerámica, dada la contaminación que generan resulta necesaria su regulación.
La inconformidad
Sostuvo que el organismo tiene conocimiento de inconformidades de vecinos colindantes a las ladrilleras, dadas las emisiones de contaminantes a la atmósfera.
“Nos han dicho que generan molestias por los humos que emanan, aunado a que la cocción se realiza a cualquier hora del día, para lo cual se han establecido horarios de quema y combustibles a utilizar”.
Subrayó que en la entidad, la elaboración de ladrillo es una actividad tradicionalmente artesanal, desarrollada por personas de estratos sociales marginados, quienes ven en la actividad empleos directos e indirectos.
La producción artesanal de ladrillo es una actividad económica importante, al suministrar uno de los principales insumos a la industria de la construcción, explicó el titular del IEEO.
Asentó que dicho producto es la principal opción en la mayoría de las viviendas de interés social, medio y alto, así como en desarrollos habitacionales, “los ladrilleros son parte fundamental del engranaje de la industria”.
Nadie cumple la ley
La etapa más crítica en la generación de humos para la preparación de la cocción del ladrillo rojo en hornos, es el precalentamiento, aunado a que algunas ladrilleras se ubican en trazas urbanas.
“Los días de descanso (domingo), los habitantes se encuentran en sus domicilios por lo que es necesario establecer días y horarios para el uso de los hornos de ladrillo rojo”, refirió.
Confirmó que dicha actividad contribuye al deterioro del medio ambiente por la sobre explotación de la capa edáfica, dado el alto nivel de emisiones e inmisiones contaminantes a la atmósfera, aunado al uso inadecuado de materiales.
Detalló que se requiere controlar la utilización de combustibles, horarios, principalmente en época invernal y ubicación de los hornos para evitar afectaciones a la población.
“Los lineamientos”
Según las normas para el funcionamiento de hornos de cocción de ladrillos y cerámicas en el estado de Oaxaca, en el periodo del 17 de Diciembre al 20 de Marzo, el horario de precalentamiento será de las 9:00 a 14:00 horas.
En las demás épocas del año, el horario será de las 7:00 a las 16:00 horas. Aunado a que un horno podrá cocer ladrillos una vez por semana y únicamente de martes a viernes, previo aviso a las autoridades municipales.
Las ladrilleras no deberán ubicarse en zonas urbanas o cerca de fraccionamientos, escuelas, hospitales, oficinas o a una distancia de 5 kilómetros de cualquier asentamiento humano.
Los materiales autorizados como combustibles para la cocción de ladrillos son; aserrín o leña, gas licuado de petróleo o cascarilla de café.
Se prohíbe la quema de llantas en los hornos ladrilleros.
Establece que las autoridades municipales deberán de efectuar un registro de los hornos ladrilleros y de cerámica ubicados en su jurisdicción y actualizarlo cada año y reportarlo al IEEO.
Hornos sin sanciones en los últimos años
LOS FOCOS ROJOS
El Instituto Estatal de Ecología de Oaxaca identificó 381 hornos ladrilleros en el estado en más de una decena de municipios.
San Agustín Yatareni 71 hornos; Santa Lucia del Camino 48; Tlalixtac de Cabrera 4; Huayapam 6; Santa Cruz Amilpas 4; San Pablo Huitzo 9; Ocotlán de Morelos 22; San Sebastián Tutla 16; San Francisco Tutla 30; Silacayoapilla 40; Miahuatlán 10 y Yaitepec 10 hornos.
Para José Francisco Zarate Carballido, jefe de la unidad de Salud Ambiental de los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) en los últimos dos años, no se ha sancionado a ningún establecimiento dedicado a dicha actividad.
Sin embargo, admite los daños a la salud por la inhalación de Dioxinas y Furonas derivadas de la quema de residuos de llantas.
“Se observa un aumento de las Infecciones Respiratorias Agudas (IRAS) como bronquitis, bronquiolitis o crisis asmáticas, ubicadas en la población en un radio no mayor a los 100 metros”, explicó.
Los vecinos dicen que no quieren una ladrillera cerca de su casa, pero los ladrilleros también se defienden y aluden que ellos llegaron desde hace más de 10 o hasta 20 años al sitio, expuso.
Dijo que en municipios como San Agustín Yatareni o Santa Lucia del Camino, se localizan los yacimientos de barro, de ahí que no quieran reubicarse en otro lugar u en otro municipio.
Habló de la conversión de los hornos ladrilleros, sin embargo, admite que la construcción de hornos depende de la Secretaría de Economía, al requerirse una importante suma de recursos económicos.
La vida entre la arcilla
Juan Antonio, proviene del Distrito Federal pero radica en San Agustín Yatareni desde hace 2 años.
Dice que la necesidad de un empleo, lo trajo de vuelta a la tierra de su esposa. Ahora con una niña de un año y medio apenas si saca a la semana mil 200 pesos por la elaboración de ladrillo rojo.
Admite que la paga es poca pero la necesidad es mayor. El patrón se lleva mil 500 por cada millar que vendo.
Mi jornada comienza a las 6 de la mañana con la preparación del barro y colocación de moldes para después iniciar con el calentamiento del horno.
Revela que el impacto a su salud y la de su familia es alta, pues su menor hija, no ha superado un cuadro de tos desde hace un mes. “Pensé que era una tos o gripa por el frío pero ya me dijeron los patrones que la lleve al doctor para que nos dé medicina”.
Al igual que su hija, Claudia su esposa, no sale del cuadro de tos desde hace dos meses. Ninguno de los dos ha reparado en el riesgo que corren al vivir en una galera en donde guardan el ladrillo rojo para vender, a escasos 10 metros del horno.
“Lo prendo con llantas o aserrín y me duermo un rato, más tarde le sigo con mi trabajo”, relata, mientras juega con las manos de su pequeña hija.
Afuera el olor a llanta quemada empieza a inundar el cuarto de madera y techo de lámina de tres metros de ancho por 8 de largo.
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