El mismo gobernador Gabino Cué Monteagudo, como su aliado, les hizo saber que Oaxaca ya tocó fondo en los indicadores y por ello los conminó a hacer su mejor esfuerzo para reforzar la instrucción a la niñez oaxaqueña.

Y lo más preocupante es que la suspensión se dé a pocas semanas de que concluya el ciclo escolar, no obstante que el año pasado asumieron un compromiso de cumplir con el calendario escolar.

Sólo al director del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, Moisés Robles Cruz, se le ocurrió decir que los padres de familia se ponen de acuerdo con los maestros para recuperar clases, cuando es sabido por todos que ni un día se recupera en cada ciclo escolar, después de la inactividad del magisterio.

Tampoco debe alegrar a los oaxaqueños que ahora la suspensión de actividades tendrá un impacto negativo en el Distrito Federal, pues los mentores deben estar en las aulas, no en la plancha del zócalo de la capital del país.

A los maestros los necesitan sus alumnos en las aulas, comprometidos con su apostolado, sin que nada distraiga el interés de los alumnos por aprender y de los maestros por cumplir con su responsabilidad.