Tanta indolencia va a tener un impacto negativo no solamente en las instituciones, sino también en la ya de por sí mermada salud de los oaxaqueños.

El mismo Hospital Civil Dr. Aurelio Valdivieso continúa sin recibir pacientes, salvo servicios de emergencia y de los enfermos que ya estaban internados.

Independientemente de la atención que pudieran ofrecer otras instituciones del sector salud, es necesario que se agilicen las negociaciones y que gobierno y sindicato alcancen acuerdos que beneficien a todos.

Insistir en demandas laborales imposibles de hacer efectivas, es tanto como pretender que todos los hospitales sean equipados con tecnología de punta.

Con la salud de los oaxaqueños no debe jugarse y menos con las de los habitantes de las zonas rurales e indígenas que ninguna culpa tienen de la cerrazón de servidores públicos y trabajadores sindicalizados.

Los servidores públicos del sector deben ser llamados a cuentas por sus superiores, pues no es posible que en tanto tiempo no encuentren una solución a un conflicto que les ha garantizado cuando menos ahorrarse un10 por ciento del gasto médico anual.

Los trabajadores sindicalizados también deben asumir la parte que les corresponde y reconocer que en ninguna negociación van a obtener más prebendas que las ya establecidas en el presupuesto.