A dos meses y medio de haber iniciado funciones, el gobierno de la capital oaxaqueña no acaba de perfilar sus prioridades. Esto es, salvo tequios, declaraciones o denuncias, la ciudadanía desconoce cuáles serán los ejes rectores de la nueva administración; si habrá un cambio respecto a sus antecesores o si, por desgracia, seguiremos en los mismos intentos fallidos y promesas incumplidas.

Por lo pronto, en materia de seguridad los problemas parecen ir creciendo. Los asaltos a transeúntes, a casa habitación y homicidios dolosos, continúan creando zozobra entre la ciudadanía. Hace al menos un mes, por los rumbos de Plaza del Valle, fueron asesinados tres sujetos. Apenas la semana pasada, en céntricas calles una pareja fue ejecutada. Las operaciones de grupos delictivos siguen viento en popa.

En materia económica, el incremento de cobros para la continuación de operaciones de pequeñas y medianas empresas, ha generado protestas. En el ámbito del transporte público seguimos en las mismas. Cada operador de las empresas que prestan el servicio toma las calles como pistas; las carreritas para ganar pasaje y los abusos contra los usuarios a la orden del día.

El problema de los baches se ha subsanado por la intervención del gobierno estatal. La atención a calles y avenidas es visible. Sin embargo, el mal estado del sistema de semáforos sigue poniendo en riesgo a automovilistas y peatones en diversos rumbos de la ciudad. Y es el asunto territorial, que si aquí pertenece a Xoxo o a Santa Lucía o a otros municipios, lo que ha hecho que la solución a dicho tema siga pendiente.

El comercio en la vía pública, avalado por diversos membretes u organizaciones sociales, sigue creciendo. Es el gran negocio de dirigentes y lideresas que, con la venta de los espacios públicos, se han retacado los bolsillos. Se han engullido el Centro Histórico, pero en tanto haya connivencia o compromiso con quienes hoy están al frente del gobierno local, será un albur pensar siquiera en devolverle a la capital y a la ciudadanía los espacios perdidos y la dignidad.

Nada se sabe sobre alguna propuesta de esta administración, respecto a un Plan Municipal de Desarrollo, como eje que guíe las tareas de gobierno. Si bien no deja de ser sólo un instrumento rector, al menos evita que se privilegien las ocurrencias y el “ahí se va”.

La compleja problemática de Oaxaca de Juárez requiere, ante todo, de seriedad, porque una cosa es ganar elecciones con todos los claroscuros que se dan en cada proceso y otra, muy diferente, gobernar para todos y sin distinción de ideología o pertenencia política. (JPA)