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Oaxaca, Oax.- “El verdadero periodismo es intencional… Se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio. El deber de un periodista es informar, informar de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia. La noticia debe servir para aumentar el conocimiento del otro, el respeto del otro”, nos recuerda Ryszard Kapuscinki.
Frase que cobra mayor relevancia ante las paradojas de la modernidad: cuando hay mayores instrumentos de comunicación, hace falta diálogo; cuando la internet ofrece un universo de información, la mayor parte es falsa; cuando hay más opciones de cultura, subsiste gran ignorancia; cuando las redes sociales permiten relacionarnos con personas de todo el mundo, hay gran soledad; cuando los gobernantes más posibilidades tienen de conocer la problemática social, priva el autismo. Y, cuando hay mayores medios de información (diarios, revistas, portales de internet, noticiarios de radio y tv, programas de “análisis”), hace falta periodismo, debate y reflexión. Por el contrario hay mayor desinformación, se hace a un lado el periodismo de investigación, pulula la información falsa y la que sólo reproduce boletines de prensa. ¿Cómo entonces mostrar beneplácito ante el surgimiento de una nueva opción informativa? Precisamente por eso, porque esos son sus retos y riesgos, pero también sus oportunidades. Uno de los principales enemigos de la democracia es la ignorancia. La ignorancia entendida no sólo en el hecho de no saber cuál es la capital de Jalisco o de Colombia o cuánto es dos por dos; sino la ignorancia en el sentido de no tener los elementos, la información y las herramientas teóricas necesarias para tomar decisiones. Esta ignorancia es la que motiva la persistencia de esquemas clientelares, corporativos; la apatía en participar en el debate público; el temor que hace quedar callados ante los abusos del poder; hasta la intolerancia, la discriminación o la descalificación hacia el pensar del otro. Nada más riesgoso cuando nos encontramos ante un proceso de reivindicaciones políticas y sociales –que se ha acrecentado tras los trágicos sucesos de Iguala y Tlatlaya— pues, salvo algunas voces, no se están construyendo las alternativas para el México que queremos. En cambio la consigna fácil de la protesta se enfrenta a la sordera institucional; la descalificación de un lado y la represión del otro. Y es urgente y necesario empezar a discutir, relfexionar, qué vamos a hacer como sociedad; cómo deshacernos de los lastres autoritarios y caminar hacia la construcción democrática; cómo rediseñar el entramado institucional y reconfigurar el andamiaje constitucional en clave democrática. Sin obviar, por supuesto, el reclamo de justicia. Por ello, es imperativo recuperar los valores éticos en el ejercicio de la política, pero también en estos procesos de transformación social; y, por supuesto, en el periodismo. Esa es la diferencia entre constituir un medio informativo más, o uno que se comprometa al ejercicio pleno del periodismo, pues como lo establece la Organización de las Naciones Unidas (Resolución 59-1): La libertad de información es un derecho humano fundamental y la piedra angular de todas las libertades a que la ONU está consagrada”. victorleoneljuan.m@gmail.com Twitter: @victorleonljuan |
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