Combatir la pobreza, el hambre y la denutrición sin educación ni producción es simple y pura demagogia, que representa un gran negocio para los gobernates, funcionarios y sus familiares y socios empresarios.

Der ahí la trascendencia que más vale tarde que nunca en el último tramo del gobierno de Gabino Cué, se haya atrevido a romper la dependencia y terminar con el permanente chantaje de sus aliados en la Sección XXII.

Aunado a ello reviste singular importancia la búsqueda de solución de los 400 conflictos agrarios que impulsa el secretaro general de Gobierno, Alfonso Gómez Sandoval, que frenan la producciòn en el campo oaxaqueño.

Tarea nada fácil, ciertamente, por los intereses político partidistas y de los dirigentes de las numerosas organizaciones sociales que lucran con estos conflictos y con el hambre y la ingorancia de los campesinos.

Acción que se antoja verdaderamente titánica, en virtud de diversos factores entre los que destacan la cosmovisión indígena de amor a la madre tierra y los graves yerros de la extinta Secretaría de la Reforma Agraria.

Las más de las veces la antecesora de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) compicó la solución de los conflictos agrarios al enredarlos sobreponiendo en el papel los tres regímenes de la tierra.

Caso paradigmático de esta cruel realidad son las 73 mil hectáreas de las tierras del Distrito de Riego Número 19 en jurisdicción fundamentalmente de los distritos judiciales de Juchitán y Tehuantepec.

Hasta ahora no ha bastado el diálogo y la negociación para solucionar éste y cientos de conflictos agrarios más, en virtud que la malentendida aplicación de la Ley Agraria ha superpuesto resoluciones presidenciales.

Éste es, pues, uno de los mayores retos de la nueva secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU), Rosario Robles Berlanga, no sólo en todo el paìs, sino de manera especial en Oaxaca. Al tiempo.

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