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Oaxaca, Oax.- En ocasión de que por primera vez, como Presidente de la República, llega Enrique Peña Nieto a Oaxaca, cabría la pregunta, tal vez obligada pregunta, ¿Cuál Istmo es el que traen a conocer a Enrique Peña Nieto?, o más bien dicho, ¿Cuál es el Istmo que debe conocer?.
Ese Istmo que podría ser el detonante del desarrollo, no sólo de Oaxaca, sino del sur-sureste de nuestro país. Ese Istmo que está sediento de inversiones para su anhelado despegue, o ese Istmo lleno de organizaciones mezquinas y problemas sociales que no lo dejan avanzar. El Istmo de Tehuantepec es una enorme espina clavada en el talón de esta entidad, llega hasta la clavícula, debido a que los bloqueos en carreteras, los paros y la falta de producción agrícola y proyección industrial lo ha sumido en un espiral de decadencia. Ese Istmo que han abandonado los gobiernos federales desde hace mucho tiempo y, por supuesto, no saben como desenredar para hacerlo producir, es ese Istmo el que también debe conocer Enrique Peña Nieto. La visita del Presidente de la República no la debemos recibir con aplausos y dianas, porque por virios años han abandonado a esta entidad. Pero tampoco puede estar ausente de nuestro estado, no puede ni debe evadir la responsabilidad que tiene de conducir la inversión pública del país y de las acciones de gobierno, pero sobre todo, de Oaxaca. En Salina Cruz, la Ciudad y Puerto que visita Enrique Pea Nieto, el relanzamiento de la Refinería Antonio “Dovali Jaime” se ha pospuesto por varias veces. Se ha anunciado desde administraciones federales pasadas. Se había informado con anterioridad una inversión superior a los dos mil millones de dólares a este complejo petrolero para su reconfiguración. Se ha realizado muy despacio, por pequeñas etapas. Ahora, parece que Peña Nieto trae buenas noticias. Viene una acción más definitiva con la construcción de un gaseoducto que serviría para la refinación de hidrocarburos. La reactivación del Astillero de Marina es un anuncio importante. Ojalá que le alcance el tiempo al Presidente de la República para revisar, ordenar, planear, o por lo menos revisar una restructuración del Puerto de Salina Cruz. Es necesaria, pero además urgente. Ojala pudieran llevar a Enrique Peña Nieto a conocer ese cementerio de embarcaciones camaroneras. Que pudiera darse cuenta en que han convertido a la Ciudad Portuaria de Salina Cruz, que de Puerto tiene solamente el nombre, porque en sus actividades, hay mucho que desear. Solo la flota marítima de Pemex y los grandes trasatlánticos con hidrocarburos son los que llegan y atracan en esa ciudad. El patio de maniobras y las bodegas de ese lugar está llena de aerogeneradores que no se han podido instalar por problemas sociales y falta de visión política de las autoridades estales y la cerrazón de las organizaciones sociales que no permiten el desarrollo de esta importante región. Poco se puede salvar como no sean las tradiciones y algunos ejemplos aislados de istmeños que han sobresalido en el país. Por ejemplo, un médico con fama mundial al descubrir un tratamiento contra los infartos. Su trabajo ha sido reconocido, impulsado y arropado, pero sorpresa, no en Oaxaca, no en México, sino en la Unión Europea. Matemáticos y científicos istmeños trabajan ahora en algunas de las empresas de la Unión Americana y en Canadá y otras partes del mundo. Sobresalen por su talento, pero en Oaxaca no hay apoyos para estas personas, solo se atiende a las organizaciones sociales que hacen bulla, que bloquean carreteras, oficinas y anteponen el vandalismo al trabajo y progreso. Algunas mujeres exitosas en la zona del Istmo han ido a recorrer el país y el mundo como empresarias y como ejecutivas. Un grupo de cuatro abuelitas hicieron un viaje internacional y conocieron los mecanismos de electrificación con energía solar. Regresaron a su pueblo, a Cachimbo, y ahí aplica sus conocimientos. El resto de la clase política istmeña se debate en el lodo de las vanidades. Se pudre en sus prácticas cotidianas del chantaje y la extorsión. Todos quieren vivir del gobierno o de las organizaciones sociales. No existe una cultura del trabajo, claro, salvo sus honrosas excepciones, no se conoce una cultura del esfuerzo, no compiten por sabe quien produce y progresa mejor. Pareciera que las organizaciones sociales han sido el lastre más pesado que tiene el Istmo de Tehuantepec. La COCEI es una de ellas. Hace más de 35 años, inició como un poderoso ejemplo de dignidad política al momento en que le arrebataron el primer triunfo al sistema político mexicano. Sin embargo, desde entonces hasta ahora, La COCEI se derivó en una caricatura de organización política que sólo se unen en procesos electorales. El subdesarrollo del Istmo se debe a muchos factores, pero principalmente a los gobiernos federal y estatal, y mucho a los gobiernos municipales, quienes en su conjunto no han tenido la capacidad para aplicar la Ley y vigilar que se cumpla el Estado de Derecho. No sólo son las organizaciones. No sólo es la Sección 22 del SNTE. No sólo son esos payasos que se pintan de inconformes pero extienden la mano y cobran su quincena, segura, constante y salen a la calle a vociferar que no están de acuerdo con su patrón, pero fueron y se inscribieron para cobrar del Gobierno Federal. Esa clase de dignidad es la que hoy van a exhibir algunos y algunas. |
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