Hoy, a 17 años de ese primer choque de trenes, Pepetoño se enfrenta nuevamente a Murat por la gobernación del Estado, ahora, a través de Alejandro Ismael, heredero de su tocayo Pepe.

Claro no es un fenómeno privativo de Oaxaca. Ahí esta la búsqueda obsesivamente patológica de la presidencia de la Republica por parte de Manuel Andrés López Obrador (MALO).

En el lenguaje misterioso de la política mexicana, todo parece indicar que, a raíz de su renuncia, la decisión de la candidatura en el PRI está tomada a favor de Alejandro Murat Hinojosa.

Esta versión se fortalece por el hecho que, inteligente como innegablemente es Alejandro, no se suicidaría al renunciar a la dirección del Infonavit sin el aval del presidente Enrique Peña Nieto.

Y, en el caso extremo que Alejandro pretendiera hacerlo porque brilla con luz propia, la genial habilidad y pragmatismo de su padre no lo permitiría y se lo impediría a como diera lugar.

Sin embargo, en los últimos días ha arreciado en los medios del DF la posibilidad que ante la disputa de Oaxaca por los ex gobernadores pudiera terciar Alfonso Gómez Sandoval Hernández.

Colegas analistas de la capital de la República como Roberto Vizcaíno han escrito en su columna política que el ex secretario de Gobierno de Gabino Cué pudiera ser el “caballo negro”.

Otros observadores políticos no descartan la posibilidad que por la obligación legal y estatutaria de respetar la equidad y paridad de género, el PRI pudiera postular a Mariana Benítez Tiburcio.

No obstante estos comentarios, al parecer sólo es cuestión de días la formalización del destape de Alejando Murat como candidato a gobernador de Oaxaca por la dirigencia nacional del PRI.

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